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¿Qué es la prueba de Papanicolau?

La prueba de Papanicolau, también conocida como citología vaginal o citología cervical, es una prueba que ayuda a los médicos a saber si hay algún problema en el cuello uterino, o cérvix (la parte inferior del útero que conduce hacia la vagina).

La importancia de esta prueba reside en que permite la detección precoz de los problemas, es decir, antes de que la persona presente ningún síntoma. Detectar células anormales de forma precoz permite iniciar un tratamiento que impide que se desarrolle un cáncer, y detectar el cáncer lo bastante pronto se asocia a mayores probabilidades de curación.

¿Quién debe hacerse la prueba de Papanicolau?

Las chicas en edad adolescente no necesitan hacerse esta prueba, a menos que sus médicos consideran que podrían tener algún problema. En cuanto una chica cumpla los 21 años de edad, debe empezar a hacerse esta prueba con regularidad como una forma de controlar la salud de su aparato reproductor. Las mujeres de entre 20 y 30 años que obtengan resultados normales en esta prueba deben seguir haciéndosela cada 3 años. De todos modos, hay algunas mujeres que se la deberían hacer más a menudo. Por lo tanto, pregúntaselo a tu médico.

Las citologías vaginales no duelen, pero pueden resultar molestas. Lo bueno es que se trata de una prueba breve.

¿Qué ocurre durante la prueba?

Un médico o un enfermero utilizará un pequeño cepillo para obtener una muestra de tu mucosidad cervical (procedente del cuello del útero). La muestra se enviará al laboratorio, donde los técnicos comprobarán si las células extraídas son o no normales.

Para extraer la muestra, el profesional de la salud utilizará un espéculo para ensanchar suavemente la vagina. Un espéculo es un instrumento estrecho de plástico o de metal, que acaba en una pieza provista de bisagra, lo que permite abrirlo y cerrarlo. Si el espéculo es metálico, el médico o el enfermero lo calentará antes para que no esté tan frío que te incomode. El profesional de la salud te avisará cuando te vaya a introducir el espéculo dentro de la vagina.

Una vez el espéculo esté en su sitio, el profesional lo abrirá con delicadeza. La colocación y la abertura del espéculo no deberían producir ningún dolor. Pero algunas mujeres afirman que les provoca una sensación de presión y de leve molestia.

Puesto que la vagina está rodeada de músculos capaces de contraerse y relajarse, esta prueba puede resultar más cómoda si consigues relajar los músculos de esa zona. Intenta hacer algunos ejercicios de respiración o concéntrate en relajar los músculos de la vagina. A veces, las conductas de tararear tu canción preferida o de conversar con el médico o el enfermero que te haga la prueba te pueden distraer y ayudarte a estar más relajada.

Una vez que el espéculo esté bien puesto, el médico iluminará el interior de tu vagina para observarte el cuello del útero. El médico raspará con suavidad el cuello uterino con un pequeño cepillo para recoger una muestra de células de esa área. Algunas mujeres afirman que en ese momento notan como un pellizco.

Una vez el médico o el enfermero haya recogido la muestra y retirado el espéculo, te dejarán sola para que te puedas vestir. Algunas mujeres dicen que tienen una ligera pérdida de sangre después de hacerse una citología vaginal, de modo que se ponen un protector diario en la ropa interior cuando se visten. Se trata de un sangrado mínimo y de breve duración: ¡nada que ver con una menstruación!

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Reproducción Humana Honduras