El urólogo es el médico especialista en el sistema urinario y el aparato reproductor masculino. Es quien se encarga de tratar enfermedades como las litiasis renales, los problemas vesicales y prostáticos, las infecciones de orina o los problemas sexuales masculinos. Una de las patologías que pertenece al campo de la urología es el cáncer de próstata y con vistas a prevenirlo y diagnosticarlo lo antes posible es necesario que los hombres se acostumbren a acudir al urólogo anualmente a partir de cierta edad.
La visita al urólogo, una práctica poco habitual
En España aproximadamente un 47% de los hombres jamás se ha realizado un chequeo urológico, pese a que un 72% sabe que el cáncer de próstata es el segundo tumor que más muertes causa entre los varones después del de pulmón, siendo asimismo conscientes en un 65% de los casos que el riesgo de padecer un cáncer de próstata aumenta a partir de los 50 años. La mayoría no acuden a consulta por desinterés o falta de conocimiento de la necesidad, mientras que un 4% admite no hacerlo por aprensión. Existe todavía a día de hoy una cierta vergüenza al hecho de acudir a un especialista que se encarga de una parte tan íntima del varón, un tabú que las mujeres ya han vencido al ver claras las ventajas que conlleva para su salud la visita anual al ginecólogo.
¿Cuándo se aconseja realizar un chequeo urológico?
Es recomendable que los hombres se realicen un chequeo urológico anual a partir de los 50 años si no existen antecedentes de tumores urinarios o de próstata en la familia, o bien a partir de los 40 de existir estos antecedentes. Esta revisión permitirá detectar en estadios poco avanzados problemas urológicos potencialmente graves como los tumores de próstata, vejiga o testículo, y otras patologías como la hiperplasia benigna de próstata o la disfunción eréctil.
Aunque una revisión anual es lo más recomendable, se deben tener en cuenta algunos síntomas de alerta que deben hacer que el hombre acuda antes al urólogo, como pueden ser la dificultad o las molestias para orinar, la presencia de sangre en la orina o el esperma, el dolor en los testículos o el periné y los trastornos de la erección o la eyaculación.
¿Qué supone el chequeo urológico?
Una visita al urólogo conlleva un interrogatorio sobre los hábitos urinarios y sexuales del paciente, una exploración física, que debe abarcar el pene, los testículos y la próstata mediante un tacto rectal, y una analítica de sangre para determinar el antígeno prostático específico (PSA), que permitirá al especialista valorar una posible afectación prostática, ya sea por aumento benigno del tamaño o por una neoplasia. En caso de existir alguna alteración, el urólogo se encargará de solicitar otras exploraciones como una ecografía, una flujometría (que permite estudiar la manera de orinar del paciente) o una biopsia de próstata.
Si se detectasen alteraciones del deseo sexual, la erección o la eyaculación, el médico también puede llevar a cabo otros estudios como pueden ser analíticas para valorar niveles hormonales, pruebas de imagen para observar la integridad del tracto uretral o evaluar el funcionamiento vascular del pene si hubiese problemas de erección.
Conviene remarcar que las mujeres también deben dirigirse a este especialista en caso de padecer un trastorno tan frecuente como la incontinencia urinaria. Asimismo, la presencia de sangre en la orina o molestias al orinar deben hacer que también la mujer se ponga en manos del urólogo.
Es preciso que los hombres acaben con su reticencia a realizarse un chequeo urológico y lo vean como una visita rutinaria a partir de una cierta edad que les puede aportar un beneficio para la salud y una mejor calidad de vida.